Alba Gil
Como Jenifer y Zaira, 21 jóvenes más viven actualmente en este recién reformado centro, situado en el corazón del Barrio Gótico de Barcelona, que además de brindarles un hogar, también les ayuda a que puedan acabar sus estudios y encuentren un trabajo.

"Me echaron de casa", ha revelado Jenifer, quien ha recordado que se tuvo que mudar con una amiga "pero la familia estaba mal económicamente y no me podía mantener", así que de Montmeló (Barcelona) se trasladó a la vecina Granollers (Barcelona) con otra amiga hasta que a los dos meses la admitieron en el centro.
"Me costó mucho hablar con la asistenta social", ha confesado, pero ha asegurado que no se arrepiente de la decisión.
Zaira es de Barcelona y desde los quince años ha pasado su vida entre dos centros de acogida hasta que al hacerse mayor de edad ingresó en la Casa del Receso.
"Yo llegué colgando de un hilo y ahora en el centro están muy orgullosas y contentas porque estoy consiguiendo lo que quiero", ha subrayado Zaira, también en conversación con Efe.
En el centro, cada joven tiene su propia habitación y comparten espacios comunes como el salón, la cocina o la biblioteca. Además, como en cualquier otra casa, se reparten las tareas.
Cada mujer cuenta también con un plan de trabajo individualizado, que se revisa semestralmente, en el que colaboran educadoras sociales y que abarca cuatro ejes principales: la vida cotidiana, el ámbito sociofamiliar y de relación, la salud y la formación e inserción laboral.
Generalmente, la Casa del Receso prevé una estancia de alrededor de dos años, durante los cuales se busca la fortaleza emocional y la inserción social y laboral de las chicas, pero la organización es flexible en función del proceso de cada persona.
"Cuando estás mal siempre puedes contar con las educadoras, que te ayudan y te aconsejan", ha dicho Jenifer.
Gemma Aguilar, una de las educadoras sociales del centro, ha aclarado a Efe que normalmente las jóvenes llegan a la Casa del Receso a través de otras entidades o de la Administración.
"A veces es complicado, sobre todo cuando las mujeres vienen de otros centros, porque hay chicas que están hartas de estar bajo tutela y de que su vida esté en manos de tanta gente", ha señalado la educadora.
La Casa del Receso de la Congregación de Nuestra Señora de la Esperanza nació en 1744 como un lugar de acogida y transformación de prostitutas y en 1922 se unió a la Obra Social "la Caixa".
A día de hoy, Jenifer está estudiando un grado superior de química porque no tiene recursos para ir a la universidad, aunque ha asegurado que, al salir del centro, buscará un piso compartido y, si tiene "suerte", irá a la facultad a estudiar Microbiología.
Tras estudiar un Programa de Cualificación Profesional Inicial de mecánica y electricidad, Zaira está haciendo prácticas en la Fundación Engrunes "con posibilidad de que me contraten" y ha garantizado que en cuanto encuentre un trabajo fijo con "un buen sueldo" se independizará con su pareja.