Vik Muniz convierte la basura en arte. Contrario a los artistas de marras, que recurren al lápiz, al pincel, al óleo o a la acuarela, el brasileño se vale de latas oxidadas, llantas desinfladas, botellas de gaseosa desocupadas y tapas de inodoros desechadas para construir imágenes poéticas y enigmáticas que, vistas desde lejos, parecen creadas por un dibujante cualquiera. De cerca, sin embargo, revelan que fueron armadas por una mente audaz, interesada en reflexionar sobre el poder que tiene el arte para crear ilusiones y el interés del espectador en creer en ellas.
Muniz pasó tres años en el vertedero más grande del mundo, ubicado en Río de Janeiro, para crear su serie Imágenes de basura (2008). Allí conoció a un grupo de personas que sobrevivían vendiendo los materiales reciclables que encontraban en el basurero. Era gente que existía en medio de los deshechos de otra gente. Muniz tuvo una idea: cambiar la vida de esas personas con los mismos materiales con los que trabajaban. Tomó fotos de los recicladores en medio del vertedero y luego las reconstruyó utilizando los objetos que ellos recolectaban. Después las fotografió, las enmarcó y las puso a la venta. Uno de los recicladores estuvo presente en la subasta en la que su imagen fue vendida en 50 000 dólares. Al oír la cifra, el humilde joven no pudo contener el llanto. El retrato, que revelaba tanto la dignidad como la desesperación de su oficio, transformaría su vida, ya que todas las ganancias fueron para él y sus colegas.

Muniz, embajador de buena voluntad de la ONU, no solo trabaja con basura. Para él, cualquier material tiene el potencial de convertirse en arte y transformar la manera en que las personas ven el mundo: alambre, hilo, chocolate, tierra, polvo, caviar, diamantes, algodón… La obra de Muniz es tan ingeniosa e insólita que lo ha convertido en uno de los artistas contemporáneos más llamativos de nuestro tiempo. Su trabajo hace parte de colecciones en Nueva York, Washington, Londres, Tokio, Madrid y París, entre muchas otras.
Una muestra de cien de sus obras llegará al Museo de Arte del Banco de la República con la exposición Vik Muniz, más acá de la imagen, que estará abierta entre el 2 de agosto y el 28 de octubre.

Pero fue la mala suerte lo que determinó su futuro. Un día, cuando salía de un evento, una bala perdida alcanzó su pierna. Se despertó en el hospital y su atacante le ofreció dinero por los daños ocasionados. Con esa plata viajó a Estados Unidos, donde pudo probar la escultura, el dibujo y la fotografía, para, finalmente, construir un estilo único en el que confluyen las tres artes.
De azúcar y diamantes

Aunque hace 30 años vive en Brooklyn, el trabajo de Muniz está marcado por Brasil. “Yo soy un producto de la dictadura militar –dijo hace unos años en una galería de Nueva York–. En una dictadura no puedes confiar en la información o difundirla con libertad por la censura. Así que los brasileños nos volvimos flexibles en el uso de metáforas. Además, surgió un tipo de sensibilidad desorganizada, satírica y burlesca”. Por esta razón, en su obra resalta el doble sentido, pero sobre una base divertida y lúdica que atrae a todo tipo de espectadores.
Esto ocurre en su serie Niños de azúcar (1996), la primera en la que el artista empezó a tener claridad de su lenguaje artístico. Muniz viajó a la isla St. Kitts y se preguntó por qué los niños que trabajaban en las plantaciones de azúcar eran luminosos mientras que sus padres se veían grises y devastados. Pronto descubrió que la diferencia se debía a que los adultos habían pasado toda una vida en esos tortuosos campos de caña. Tras este hallazgo, decidió recrear con brillantes granos de azúcar –sobre papel negro– los rostros felices de esos niños, antes de que ese endulzante les robara la luz. Después de crear los retratos, el brasileño dirigió la cámara hacia las imágenes, presionó el obturador, recogió el azúcar y su obra desapareció –como todas sus piezas de ahí en adelante–. Pero su reflexión sobre el trabajo en las plantaciones de caña quedó fijada para siempre en fotos que le han dado la vuelta al mundo.


Fotos: Cortesía Museo de Arte del Banco de la República
Natalia Roldán | Cromos.com.
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