El alto valor que los jóvenes desempleados españoles conceden al
factor trabajo en la sociedad -superior al dinero- provoca un efecto
patológico que actúa como elemento sobredepresivo sobre la propia
circunstancia del paro juvenil, según el estudio Desempleo juvenil y
salud psicosocial editado por la universidad Autónoma de Barcelona. Su
autor, el profesor Josep Maria Blanch, ha efectuado un exhaustivo
trabajo de campo sobre 290 desempleados inscritos en 12 oficinas
representativas del Inem de Barcelona, en edades comprendidas entre 16 y
25 años. El estudio revela que el 39% de éstos no se halla
estrictamente en situación de desempleo.
De los 290 jóvenes en paro registrado, cuyas circunstancias
personales fueron facilitadas por el Instituto Nacional de Empleo (Inem)
de Barcelona, sólo 177 han participado en la investigación efectuada
sobre salud y desempleo. El 39% restante, según el estudio, pertenece a
jóvenes que no están considerados estrictamente como desempleados. De
ellos, el 3,5% está ilocalizable. Otro 8% se niega a contestar. Los
familiares del 11% de los jóvenes responden indirectamente que se
encuentran ocupados. Un 3% aparece realmente como empleado, lo que se
desprende a través de sus propias respuestas. Otro 10% pertenece a un
grupo híbrido, cuya ocupación principal es el estudio. Finalmente, un
3,5% de los jóvenes encuestados cumplimentó deficientemente los
datos.Entre las principales conclusiones del estudio se encuentra la
comprobación del alto valor que los jóvenes desempleados conceden al
valor trabajo. La principal enfermedad causada por el paro juvenil es la
depresión y su incidencia es, por un lado, superior en los jóvenes
parados que en los ocupados. Por otro lado, según los mismos datos, la
patología de la depresión es superior cuanto mayor valor conceden los
jóvenes parados a la cultura del trabajo, que es altamente predominante.
La nueva clase ociosa.
Blanch afirma en su trabajo que no parecen encontrarse en el
colectivo estudiado muchos sujetos de los categorizados por Racionero
como la nueva clase ociosa, portadores de una mentalidad postlaborista,
ni tampoco aparecen muchos exponentes del new look a través del
cual se expresa lo que Kelvin percibe como un cierto ocaso de la
significancia del trabajo".De las respuestas de los jóvenes sometidos al
estudio se desprende que el mayor nivel de depresión medido corresponde
a los desempleados, y el menor, a los empleados, ocupando el grupo de
estudiantes una posición intermedia. Aunque el problema económico
percibido por los jóvenes va asociado significativamente al nivel de
depresión en los desempleados, ello no obsta para que éstos concedan al
trabajo un rango superior al del dinero.
El estudio confirma que "el empleo es una región del espacio vital de
los jóvenes barceloneses de 1985 dotada de una altísima valencia
positiva". Otra de las conclusiones afirma que existe un mayor nivel de
apatía política entre los jóvenes desempleados que en el resto. La
depresión, además, aparece con mayor gravedad entre los desempleados que
se declaran al margen del espectro ideológico convencional. El 53% de
los encuestados se declaró no atraído por ninguna tendencia política; el
36,6% se pronunció partidario de la izquierda; el 6,7%, del centro, y
el 2,7%, de la derecha.
Otra de las novedades aportadas por esta investigación es la menor
influencia depresiva del desempleo sobre las mujeres que sobre los
hombres. El documento afirma que "entre los desempleados jóvenes se
invierte la dirección del desnivel en lo relativo a la depresión
femenina".
Autora:
Elena Lorente