Niños, niñas, jóvenes sin hogar en Andalucía




Desde Simetrías hemos querido realizar una serie de artículos que facilitaran la comunicación en prensa de las diferentes entrevistas que hemos realizado tratando de elegirlas en base a los temas que nos han parecido más de fondo para ser trasladados a la opinión pública.



Los sin techo en Cataluña ha sido nuestro primer artículo visto desde la mirada del SINDIC de Cataluña. Ahora queremos viajar a Andalucía y saber cómo viven y cuál es la problemática de los jóvenes sin techo, hemos elegido ACCEM porque trabaja todo tipo de problemáticas con personas sin hogar y sobre todo porque ha puesto el foco en los asentamientos de inmigrantes en los invernaderos andaluces.

A mi llegada a la sede de ACCEM en el Barrio de la Macarena, en pleno casco antiguo de Sevilla comprobamos que es un barrio con alto índice de inmigración latina y marroquí mezclados entre sevillanos y turistas, gente con un nivel económico medio, o medio bajo, dependiendo de cómo le habrá impactado la crisis en su trabajo.

La mirada a esta problemática la conseguimos de la mano de Fernando, adjunto responsable de ACCEM Andalucía, Murcia, Ceuta, Melilla encargado de la gestión de personal y programas sabe perfectamente desde que óptica queremos reflejar la realidad que está ocurriendo en España para que fruto de este análisis fuéramos capaces de orientar las políticas públicas necesarias que hagan posible su solución.

Trata de reconducir nuestra entrevista para que detengamos nuestra mirada en la prostitución y trata masculina y femenina en algunas de las ciudades donde desarrollan estos programas es el caso de Málaga donde trabajan con jóvenes que han salido en su mayoría de centros de menores o han llegado a partir de los 18 a España. Son los mediadores quienes profesionalmente trabajan con estos jóvenes con el fin de que adquieran confianza y puedan, ir transmitiendo información básica, de salud, de medios de protección médica y luego, abrirles diferentes caminos, que puedan ver otras posibilidades otras formas de trabajo, encaminando su vida de otra manera.

Las dificultades de estos jóvenes tienen que ver con la situación legal, la situación económica y el día a día de como realmente sobreviven y de cómo son capaces de conseguir el dinero necesario para poder tener una forma de mantenerse. Además, esto va añadido, en muchos de los casos, a temas de adiciones, los mediadores intentan trabajar y dirigir a centros especializados para tratar esta problemática. Trabajan desde orientarlos a recursos de formación, inserción laboral, asesoramiento legal para adquirir su documentación que les facilite la inserción laboral, A partir de este trabajo, pueden acceder estos jóvenes a plazas de acogida para apoyar este trabajo durante 3 a 6 meses y valorable

Andalucía dicen que es la puesta de entrada de la inmigración hacia Europa, nos parecía
interesante hacer este recorrido con ACCEM porque disponen de programas para dar respuesta a cada una de las necesidades con las que se encuentran los niños o jóvenes inmigrantes que llegan a España desde Ceuta, Melilla, o por Algeciras.

Los menores que llegan a Andalucía, fundamentalmente son chavales de Marruecos y también de países subsaharianos: mauritanos, muchos senegaleses… 

Llegan chicos que han cruzado el estrecho solos. Estos chicos están desprotegidos, tienen claro en su cabeza su proceso migratorio no saben a partir de ahora cómo hacerlo; es muy difícil hasta que ellos lo interiorizan su proceso migratorio, por eso es importante conocer qué se hace desde las organizaciones privadas y administración autonómica cuando llegan a los centros de menores.

Para Fernando lo más importante de los técnicos de organizaciones que trabajan con estos jóvenes es el proceso de acompañamiento, desde el primer momento cuando ellos ponen los pies en la tierra y se dan cuenta de cuál es la realidad, las dificultades a nivel laboral, las dificultades a nivel de documentación, etc., etc., esa percepción la van captando según están aquí viéndolo y se les va transmitiendo. ”Pero hasta que ellos se recolocan aquí, pasa un tiempo"

Nos habla de cómo llegan al centro primera acogida y se deriva al joven una vez se abre expediente de protección por la Junta de Andalucía para que resida en un centro de menores. Probablemente hasta su mayoría de edad en estos centros comparten espacio subsaharianos, Marruecos, y españoles. 

 Con la Junta de Andalucía tienen una buena coordinación porque son los que tienen la tutela de los niños y la información de los chicos es constante codo con codo y cualquier problemática, tienen un acceso directo rápido a los responsables.

Trabajan en principio para que los jóvenes se queden en España o en la ciudad si el chico quiere; el problema le surge cuando a los 18 años con la mayoría legal la Junta de Andalucía deja de responsabilizarse de su tutela y el menor si no tiene trabajo, familia, amigos de referencia se encuentra en la calle. Quizás durante unos meses pueda pasar a una vivienda tutelada para tratar de arreglar su documentación y buscar trabajo pero con las circunstancias actuales de desempleo la situación es tan difícil que muchos de ellos se terminan en la calle porque en muchos casos no hay plazas para todos en estas viviendas o pisos tutelados.

En estos pisos de 5 o 6 plazas, algunos son mayores de 10 o 12 plazas es donde los inmigrantes no documentados residen junto con solicitantes de asilo o refugiados. Pero la forma de trabajar es parecida trabajan para introducirles en la sociedad.

Fernando es optimista cuando nos afirma que hay muchísima gente sale con su medio de vida hecha. Con todas las dificultades que tenemos a nivel legal, con todas la dificultades que tenemos a nivel trabajo (que ahora llevamos unos años que está siendo algo mas difícil, bastante más difícil, por la situación de crisis que vivimos) pero aun así, como que, el voto de confianza es la gente. Realmente vienen a trabajar, a vivir como cualquier otra persona de aquí, del país. Esa es la realidad

A esta altura de nuestra conversación sobre el recorrido que hacen muchos jóvenes por las instituciones de protección en Andalucía nos interesaba poner la mirada en una realidad a la que llegan, jóvenes que deciden escaparse de esos centros de menores, porque lo que realmente quieren es trabajar, para poder enviar dinero a su familia.

Muchos de estos jóvenes intentan trabajar en los invernaderos del Ejido o Huelva entre otros muchos, donde se ubican asentamientos de 80 a 150 personas subsaharianos que responden al efecto llamada, quieren trabajar pero no tienen ni permiso de trabajo, ni documentación etc., se juntan viviendo en los mismos pinares que hay alrededor de las tierras entre plásticos y cartones construyen sus alojamientos para dormir o protegerse del frio o la lluvia. Nos confirma “que hay en Andalucía diferentes asentamientos de personas viviendo en chabolas, en una realidad dura. En general serán más, no te lo puedo decir ahora mismo, pueden ser a lo mejor en algunos momentos 400 o 500 personas”

En estos asentamientos se organizan entre ellos, se apoyan, viven en economía sumergida, gente que pueda tener documentación pero que no tiene todavía trabajo, cuando le contratan van ahorrando para salir de ahí, pero esos son los menos.

Se trabaja con los inmigrantes que viven en los asentamientos con voluntarios y profesionales de la organización lo que son necesidades básicas. Nos describe Fernando las condiciones donde trabajan y nos llama la atención como nos confirma que no entran en los asentamientos sino que prestan el servicio desde los entornos en una gran nave con una oficina, están las duchas, ropa, café para desayuno, una merienda, un sitio donde estar y poder ver la tele, las noticias, un sitio donde dar clases de español, un sitio donde dar clases de informática. Necesidades muy básicas, pero fundamentalmente un sitio donde puedan pasar el día y llegar hablar, descansar, tomar unas galletas, ducharse.

La nave se abre por la mañana y tarde, salen y entran, pero les da la posibilidad de estar calientes en invierno un rato, después de desayunar, se hace el reparto de alimentos, de ropa. Cubren este servicio porque alguien lo debe hacer pero reconoce que “Son condiciones muy duras viven entre plásticos con el peligro que eso conlleva”.

A pesar de entender que estos asentamientos son de temporeros y de transito se nos reconoce que hay gente que pasa un tiempo a “lo mejor pasan años o un año o un año y pico, o dos años” la gente se suele mover, pero hay gente que esta mas anquilosada por circunstancias concretas.

Hay momentos en los que hay menos gente en los campamentos, porque son gente que ruedan. Pero esa situación existe y cuando es la campaña de la fresa, sube mucho.

Cuando le interrogamos por las condiciones infrahumanas de estos campamentos para saber si han intentado dar solución con un alojamiento más digno, con tono sereno nos advierte queriendo compartir la búsqueda de soluciones, que “el problema no es fácil. Si pudiera decir no, diría que estos asentamientos no son permisibles, pero por otro lado, ¿qué haces con estas personas, como no les atiendes. Es una dicotomía complicada. Teóricamente es fácil decir que no existan, pero qué haces con esas personas, es complicado”.

Además de estos servicios, dan orientación sobre su documentación, programas de ayuda económica, de retorno, programas que llevan a nivel nacional están ahí para ofrecer y poder canalizar a la gente que pueda utilizarlos.

Nos asegura que estos jóvenes tienen apoyo por unos días en una casa de acogida de 12 plazas para gente de estos campamentos, son tiempos que tienen las personas para recuperarse, mejorarse, durante tres a seis meses, pero se pueden llegar a quedar algo más si se valora. Cuando salen de esta casa no suelen quedarse en los campamentos en la mayoría de los casos; hay veces que si, otras veces, ya van con algún familiar, algún contacto que tienen. Porque también se facilita el contacto con gente de sus nacionalidades, que tienen la historia más fácil, comprobando que se les pueden ayudar, si hay algún sitio donde lo puedan alojarse.

La mayoría es gente que llega a un asentamiento sabe que es un itinerario de trabajo de temporero de camino hacia Europa, lo tienen muy claro desde que llegan, no se paran en estos campamentos; van subiendo para arriba realmente; por otro lado, hay gente que está aquí y conoce el circuito de temporeros ahora la naranja, la pera, la fresa, etc.

En otros casos están contratados en origen disponiendo de casas que ponen los mismos empresarios de Huelva, hay empresarios que solamente tienen sus trabajadores, tienen sus casas, tienen sus recursos, sus cocinas preparadas para gente que está trabajando para ellos.

Pero hay gente en el asentamiento que no está contratada en origen, en estos casos un convenio con los empresarios, hace posible que ellos, aunque no tienen ninguna obligación de contratar a la gente que les mandan desde ACCEM, como conocen el trabajo de la organización en 2013 se contrataran de 30 o 35 personas.

Desde una primera acogida, se da información para el retorno, ayudas económicas, alimentación, facilitar que localicen a algún familiar, trabajo a nivel de formación, de intermediación, sensibilización con los empresarios, con los ayuntamientos, con todos los agentes, tanto con policía (que se está trabajando mucho con policía y con la guardia civil que trabajan en estos ámbitos de los pueblos) “Estamos totalmente en conexión, son gente muy sensibilizada que trabaja muy codo con codo con nosotros cuando vemos una situación, comunicar y decir: “ oye nos ha llegado estas personas con esta problemática, qué podríamos hacer, cómo podemos mediar, cómo lo podemos solucionar. Eso es un trabajo de mucho tiempo y de mucho bagaje.”

Nos da un consejo al final si se quiere resolver el problema de los subsaharianos, que se solucione el problema de su documentación porque según él, la gente sale para adelante, “es verdad que ahora estamos en una situación complicada, tanto para los autóctonos como los inmigrantes, estos tienen diferentes costumbres culturales, lógicamente tienen de alguna manera que organizarse para poder vivir en la comunidad que les acoge, con unas costumbres diferentes. Pero lo consiguen, la gente aprende, como cuando nosotros aprendemos cuando vamos a otros países. Yo no creo que eso sea un muro para nada” en el fondo de sus reflexiones hay optimismo y confianza en las personas por las que trabaja.

          Ángeles Diaz Vieco
Presidenta Fundación Simetrías Internacional




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